viernes, 7 de agosto de 2015

Hacia un futuro sin pasado.

Pareciera que la Independencia de nuestro país no hubiese sido declarada hace casi doscientos años, ya que aún necesitamos despegarnos de cosas que nos "vinculan" al colonialismo del Siglo XIX. Sin embargo el dólar sigue subiendo, las importaciones siguen con impuestos y retenciones, y estamos cada vez más dependientes del capitalismo imperante. Pero no, los imperios fueron los españoles, portugueses y británicos, y todavía nos duelen.

Ya ocurrió con la estatua de Cristobal Colón, ahora con la estación Plaza de los Virreyes. Paso a paso van desapareciendo estatuas, cuadros y otras piezas bajo el canto triunfal de que estamos dentro de un exitoso proceso de "descolonialización".

Alguien que me explique qué hegemonía tienen los europeos sobre nuestro país si estoy desactualizada o vivo en una burbuja, pero mi impresión es que las ataduras vienen de más hacia el norte de nuestro propio continente y no de Europa.

Si Colón no hubiese descubierto América no seríamos quienes somos, ¿en eso estamos de acuerdo? No existiría nuestra República, no viviríamos en democracia, no cantaríamos el Himno, no lloraríamos cada vez que nuestra Selección sufre una derrota. En definitiva, no seríamos argentinos. Quizás hubiésemos mantenido la cultura de nuestros aborígenes, quizás no, ¿quién sabe? Lo cierto es que la historia nos constituye, es parte de lo que somos, de nuestra identidad, y negarla es parte de una hipocresía absoluta.

¿Quieren darle valor agregado a los elementos de nuestra propia cultura y de nuestra historia? Se puede hacer sin proscribir el pasado. El Centro Cultural Kirchner es un excelente ejemplo de cómo se puede homenajear a un ícono contemporáneo de nuestra historia sin tapar otros de nuestros tantos hitos, así no todos estén de acuerdo. Es un espacio nuevo al cual una mayoría le quiso poner el nombre de un hombre que fue muy importante en la historia de nuestro país estos últimos años. No lo veo mal, y no entiendo por qué tantos se quejan al respecto.

Creemos cosas de cero. Los monumentos, homenajes, nóminas ya no son elementos de veneración, son parte de nuestra cultura y elementos que fomentan la memoria. Por algo están ahí, así sea para que nuestros futuros hijos pregunten quién fue ese sujeto, o ese hecho que aconteció y nosotros les podamos contar. Es como si tiráramos un museo abajo o un edificio histórico porque ya no nos gusta lo que ocurrió allí o quién lo construyó. Es como si yo empezara a quemar todas las fotos de mis ex novios porque ya no los quiero. Así lo hiciera, eso no va a cambiar que haya ocurrido o no lo que ocurrió.

Lo único que se modifica al destruir las huellas de la historia es el aumento de la falta de registro. De a poco nos vamos a olvidar de todas esas cosas por reemplazarlas por otras y, al menos yo, tengo miedo de que así como la historia desaparece poco a poco de nuestras calles, empiece también a desaparecer de los manuales y los libros.

No hay que estar orgullosos de ciertos acontecimientos de nuestro pasado, pero hay que ser realistas: fueron parte de nuestra historia y gracias a todos ellos hoy somos lo que somos. Empecemos a aceptarlo para superarlo, no seamos destructivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario